COMUNIDAD DE LAS REHOYAS: UN TESTIMONIO SOMI

“Asumimos como prioridad la solidaridad con los pobres, los excluidos y los amenazados en su derecho a la vida, de modo que esto repercuta en nuestro estilo de vida personal y comunitario, en nuestra misión apostólica y en nuestras instituciones” (PTV n. 40)

La comunidad de Las Rehoyas inició su andadura el año 1998. Desde entonces hemos ido definiendo y concretando nuestro camino, guiados por lo que refleja el texto anterior perteneciente a la Declaración del XXIII Capítulo General. En este sentido, señalamos las convicciones fundamentales desde las que intentamos configurar toda nuestra vida de religiosos claretianos:

  • Estamos situados físicamente en los márgenes de nuestra sociedad no solo por haber sido destinados a esta comunidad, sino por opción personal. Estamos convencidos de que el lugar que pisamos, las personas con las que nos relacionamos… configuran la vida. Nosotros hemos elegido configurarla desde este contexto. Nuestra experiencia es que esto nos hace posible el ir asumiendo la opción y la perspectiva de los pobres como la base desde la que comprender la realidad y concretar y asumir nuestro estilo de vida.


  • Nos esforzamos por estar centrados en la búsqueda de lo esencial y la dedicación a ello. Eso esencial no es otra cosa que el deseo de Dios de dar lugar históricamente a un mundo en el que todos sus hijos puedan vivir dignamente.
  • Estamos convencidos de que la vida consagrada que hemos abrazado lleva en su esencia una alternatividad que, en la actualidad, se hace profundamente necesaria. En contraste con la cultura neoliberal excluyente en que vivimos, intentamos configurar y vivir las dimensiones esenciales de nuestra vida (comunidad, votos, oración…) de modo podamos ser signo de otra cultura que, en sí misma, hace posible un mundo inclusivo


  • Nuestro ser de religiosos misioneros conlleva la exigencia de salir, desplazarse. Nos seguimos esforzando por hacer un triple desplazamiento:
    • Hacia el desierto: la soledad, la desnudez, el desasimiento… son condiciones de posibilidad para poder alimentar la dimensión contemplativa que nos lleve a un doble ahondamiento: en nuestro propio ser para sumergirnos en la Presencia en que vivimos, nos movemos y existimos; en la realidad para descubrir el latido humanizador de Dios presente en ella.

 

    • Hacia la periferia: estamos atentos para hacernos presentes en la periferia para, desde ahí, hacer memoria de Jesús, que siempre será una memoria peligrosa. Esto nos ha ido llevando a concretar dónde y con quiénes realizar nuestra misión: las 3 parroquias situadas en barrios marginales, las personas encarceladas durante el tiempo de internamiento y posteriormente cuando ya están en libertad, los inmigrantes.

Hacia la frontera: convencidos de la presencia de Dios en todos los ámbitos, personas y situaciones nos esforzaremos por acercarnos con actitud de escucha, colaboración, enriquecimiento mutuo… hacia aquellas personas y grupos diferentes por cultura, ideología, religión… superando los miedos, prejuicios, posicionamientos excluyentes y condenatorios…

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