El pasado jueves se celebró en la Catedral de Las Palmas la eucaristía por la festividad de San Antonio María Claret, copatrono de la diócesis, en conmemoración del 175º aniversario de la llegada del Padre Claret a las islas. La jornada comenzó con una solemne procesión, donde las imágenes de la Virgen de Fátima y San Antonio María Claret recorrieron el trayecto desde la parroquia del Corazón de María hasta la Catedral de Canarias. La eucaristía fue presidida por el obispo D. José Mazuelos, concelebrando el Padre General Mathew Vattamattam CMF y el Padre Provincial de Fátima Carlos Candeias CMF entre otros.
Al finalizar la eucaristía, el Padre General quiso compartir unas palabras de recogida y agradecimiento en la clausura de este Año Jubilar Claretiano:
OCTUBRE MISIONERO CLARETIANO 2024
CLAUSURA AÑO JUBILAR CLARETIANO
Su Excelencia mons. José, su Auxiliar mons. Cristóbal, el provincial P. Carlos, queridos hermanos y hermanas,
He venido a esta hermosa isla como peregrino, buscando conocer el corazón que, según nuestro Fundador, robaron los isleños en 1848, o más bien confirmaron los anhelos de su corazón misionero y los susurros del Espíritu en él por su sorprendente respuesta a su predicación.
Para Claret, fue salir de su limitado mundo catalán, donde el éxito de su misión se veía imposibilitado por los poderes políticos. Su llegada a Canarias con el obispo Mons. Codina, recién elegido, con un programa de renovación, fue una experiencia transformadora para los isleños. vuestros antepasados le llamaban cariñosamente «el Padrito» y mantuvieron vivo el recuerdo de aquellos acontecimientos y lo transmitieron a siete generaciones sucesivas.
He venido también para agradeceros el amor y cariño que tenéis a Claret y a la Congregación. Significa mucho para nuestra Congregación misionera. El sentido de comunión con la Congregación y la apropiación colectiva del carisma misionero de los misioneros religiosos y laicos y de los feligreses de aquí son asombrosos. Me conmueve el sentido de familia y fraternidad que los obispos y el clero cultivan con los religiosos y laicos y que percibí en mi encuentro de ayer con los obispos y los sacerdotes en la casa episcopal. Era el estilo del misionero Claret, sacerdote y arzobispo.
Me gustaría pensar en lo que la gente sencilla y abierta de corazón de esta isla enseñó a Claret y que quedó impreso toda su vida.
El primero se refiere a la sed universal de la palabra de Dios, del sentido de la vida, del amor verdadero y de la vida que buscan los corazones humanos. El vio eso en la gente de Cataluña y se confirmó aquí en esta isla y después en Cuba y donde quiera que fuera. El inquieto corazón humano que busca la vida y el amor que sólo Dios puede dar es la razón de que la evangelización sea válida y necesaria hoy y mañana. El desvío del hambre del corazón humano que busca la plenitud en otra parte, en drogas, bebidas o riquezas en diferentes épocas, no es razón para desanimarnos sobre la necesidad de la evangelización en cualquier momento.
La segunda es la amplitud de su visión misionera. Canarias rompió sus confines culturales, y parece que regresó con un espíritu universal. Cuando Claret fue nombrado arzobispo de Cuba, poco después de fundar la Congregación, escribió al nuncio que su espíritu es para todo el mundo. Ahora sus misioneros son unos 3.000 sirviendo en unos 72 países. Es el fuego del amor de Dios que el Señor encendió en su corazón y transmitió a tantos a lo largo de 175 años lo que mantiene viva la Congregación y la familia claretiana.
En tercer lugar está la convicción sobre el anuncio del Evangelio como «hacer con los otros». Hoy lo llamamos camino sinodal, caminar juntos, poniendo en común diversos dones y carismas por el bien de la Iglesia. Es el arte de tejer. Él lo conoció como tejedor, tejiendo hilos de diferentes colores para hacer una tela hermosa. En la evangelización es tejer relaciones y trabajar juntos. En las Islas Canarias vio cómo puede evangelizar en equipo y vio su éxito en Cuba. Para Claret, un misionero es un tejedor de relaciones al estilo de Jesús. Es en las relaciones -con Cristo, con los demás, en la comunidad- donde se transmite la fe. Nuestras relaciones en nuestras familias y comunidades y lugares de trabajo dan testimonio o contra testimonio de nuestra fe en Jesucristo.
Quiero agradecer a la comunidad de misioneros claretianos, de ayer y de hoy, que junto a vosotros mantienen vivo el carisma de San Claret a través del testimonio de sus vidas y ministerio en estas queridas islas. De manera especial recuerdo al P. Pedro Fuentes de quien tuve gratos recuerdos en mi última visita. Él encarnaba la belleza de la vida misionera.
El P. Claret fue un don de Dios en un tiempo de cambios de época como el nuestro. Hoy el Señor cuenta con nosotros para que ardamos en el Amor y seamos misioneros con Espíritu. El Señor nos llama a caminar juntos por la senda sinodal arraigados y audaces como misioneros.
Como Claret llevó en su corazón al pueblo canario, (y vosotros le habéis robado el corazón), vuestro lugar en la historia de la Congregación no os lo puede robar nadie.
Que la Virgen del Pino te proteja y te lleve hasta su hijo.
Te deseo una feliz fiesta del Padrito, el copatrón de tu isla.
Mathew Vattamattam, CMF
Superior General
24 octubre 2024