No es Blanquita la primera película chilena que aborda las lacras que han sacudido el país en las últimas décadas. En 2015 Pablo Larraín puso sobre el tapete el drama de la pederastia en la Iglesia en El club, una película dura que no hacía ninguna concesión y envolvía la historia de una oscuridad y tensión insoportables. Ahora, el realizador Fernando Guzzoni, se aproxima a una historia basada en hechos reales donde sobrevuela también el drama de los abusos a los menores por parte de empresarios y algunas figuras públicas de la política nacional.

Dos son los protagonistas de la película: por un lado, Blanquita, una joven madre de 18 años, que hace públicos los abusos y violaciones de que fue objeto desde niña; por otro, Manuel, el sacerdote que dirige el centro de acogida donde vive la muchacha, empeñado casi como en una cruzada personal en sacar a la luz la verdad y llevar a los tribunales a los responsables del maltrato sufrido por Blanquita y otros niños y niñas.

Buena parte de la historia se desarrolla en las oficinas de la fiscalía encargada de investigar los hechos. Ahí Blanquita es interrogada para comprobar la veracidad de la historia que cuenta. Los estudios psicológicos a los que es sometida parecen validar su versión. A lo largo de la película, concurren otros datos y personas que dejan al espectador con cierta duda sobre la realidad de las palabras de la joven. La secuencia final de la película (que concluye de forma lacónica, sin ningún signo de puntuación) parece corroborar esta ambigüedad.

La joven actriz Laura López se mete en la piel de la protagonista, dando verismo a su historia personal y dejando caer sombras de una duda razonable, cuando quedan al descubierto algunos flecos sueltos. El actor Alejandro Goic encarna con honestidad al padre Manuel, una cara bien distinta de los sacerdotes protagonistas de El club, entregado sin fisuras a defender a los niños del centro de acogida y dispuesto a poner en marcha lo necesario para que la verdad salga a la luz y los males denunciados no queden sin castigo.

Con todo, la película pone en evidencia la existencia de situaciones como las descritas, subrayando el clima de inmoralidad que se adueñó de algunas capas de la sociedad chilena.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

Start typing and press Enter to search