Agustín. De la distracción a la atracción.

En esta semana, hacemos especial mención a dos santos que han tenido mucha influencia en nuestra Iglesia. El día 27 celebramos a Santa Mónica, cuyo don de lágrimas le mereció la conversión de su hijo Agustín. Conservamos un vibrante  y conmovedor testimonio de la madre: Hijo, por lo que a mí respecta -leemos en las Confesiones-, ya nada me deleita en esta vida. Qué es lo que hago aquí y por qué estoy aún aquí, lo ignoro, pues no espero ya nada de este mundo. Una sola cosa me hacía desear que mi vida se prolongara por un tiempo: el deseo de verte cristiano católico, antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, ya que te veo convertido en uno de sus siervos, habiendo renunciado a la felicidad terrena. ¿Qué hago ya en este mundo? Sepultad este cuerpo en cualquier lugar: esto no os ha de preocupar en absoluto; lo único que os pido es que os acordéis de mí ante el altar del Señor, en cualquier lugar donde estéis». 

Y el día 28 hemos celebrado, precisamente, a San Agustín. Grande entre los grandes y, sin duda, el más citado: ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera; y así por fuera te buscaba; y, deforme como era(el orgullo y la euforia de una juventud placentera le impedía verlo), me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti. Y así fue. Dios se empeñó en hacerlo santo; y dejó a los demás el testimonio de SANTIDAD universal: ¿Lo que otros y otras hicieron no lo podré hacer yo? Sin duda, tanto Mónica como Agustín influyeron eficazmente en infinidad de santos a lo largo y ancho de los siglos. Basta citar a Ignacio de Loyola.

Y tú, ¿estás «distraído» y te pierdes la presencia de Dios en tu vida?

Antonio Bolívar, cmf

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