El caso europeo: la mal llamada «Crisis de los Refugiados».

Esta semana traigo un breve extracto de un artículo muy interesante del profesor Javier de Lucas: Refugiados e inmigrantes. Por un cambio en las políticas migratorias y de asilo, del que recomiendo la lectura completa.
El profesor Lucas considera que hoy hay que poner un subrayado especial a ese micro espacio del mediterráneo en el que se concretan flujos mixtos de inmigrantes y refugiados y que ha dado lugar a lo que se conoce como «crisis de refugiados», una falacia que envuelve mentiras, prejuicios y engaños, en una amalgama que, más allá de los flujos mixtos, reúne tipos muy diferenciados de movilidad migratoria y frente a la cual la respuesta europea no ha cesado de empeorar, mostrando su verdadera cara: la de una crisis que es consecuencia del proceso que el denomina de “renacionalización” de los egoísmos nacionales que está surgiendo en la vieja Europa. Una crisis institucional europea, una crisis de principios y valores, una crisis del proyecto político de la UE que va mucho más allá del evidente y exitoso proyecto de comunidad de intereses y objetivos económicos, del espacio de libre circulación de personas y mercancías y de su fundamento principal: una comunidad de Derecho en torno a los principios, normas e instituciones de ese modelo y al servicio del reconocimiento y garantía de los derechos humanos para crear un espacio de libertad, seguridad y justicia: no sólo de los derechos de los ciudadanos europeos, sino de los derechos humanos universales. La tesis que sostiene es que la respuesta de la UE ante la «crisis de los refugiados» ha consistido en un permanente recorte del derecho de asilo que conduce en la practica a un vaciamiento de las garantías más elementales sobre las que se asienta.
Hace referencia a lo que el llama una “desnaturalización” del derecho de asilo, en la medida en que este derecho sufre un proceso de «mercantilización» que parece afectar sobre todo a los derechos económicos, sociales y culturales como consecuencia del primado de la aplicación de las políticas de neoliberalismo económico que se han traducido en directivas «austericidas» para los países más débiles (más endeudados) de la propia UE, tal y como se ejemplifica en el caso de Grecia. Lo grave, lo insólito, es que los recortes presentados como «inevitables» y «racionales» que convierten derechos económicos, sociales o culturales en mercancías, pasen a afectar también al derecho de asilo, aunque se trate de un derecho humano fundamental y universal.
Así lo prueba la decisión adoptada por Dinamarca que, aunque no está plenamente integrada en el espacio Schengen, su Parlamento aprobó la propuesta de ley presentada por el Gobierno (liberal), con el apoyo de sus socios del Partido Popular Danés (DF), un grupo que no puede no ser calificado de otra manera que como de extrema derecha: en virtud de esa disposición, la policía y/o agentes del gobierno danés pueden requisar a los refugiados dinero, joyas u otros objetos de valor para asegurar la disponibilidad de fondos que exige el reconocimiento del derecho de asilo y su protección subsidiaria. Esta decisión danesa tiene precedentes en la misma Europa. De hecho, es una política ya ensayada por Suiza y por los Estados alemanes de Baviera y Baden-Württemberg, que imponen contribuciones económicas (verdaderas exacciones) a los propios refugiados.

José Antonio Benítez Pineda, cmf

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