Cuando amanece,
es hermoso mirar la vida:
Detener la mirada en el minúsculo
temblor de aquella rosa
en el jardín intacto de los sueños desnudos.
Y abrir el balcón de los ojos
a la luz que embriaga
las estancias vacías de la carne.
Y detener las horas en silencio
en la esfera de un tiempo sin medida.
Cuando amanece,
es hermoso sentir la vida:
Palpar el corazón de cada ser
palpitando en tus labios,
ajeno a tu mirada bondadosa.
Y prolongar tus manos indecisas
para curar el tacto
de tanta incertidumbre.
Cuando amanece,
es más hermoso amar la vida.
Blas Márquez, cmf