HACKEANDO LA PASTORAL

Hackeando la pastoral

Herramientas prácticas para animar la pastoral vocacional claretiana

El mundo no se detiene. Los misioneros tampoco. Mucho menos los seglares. Como misioneros claretianos, estamos invitados —libremente obligados— a detener nuestras agendas una vez al mes, para revisar nuestra vida a la luz del Resucitado, en un contexto de retiro comunitario.

En la comunidad de Sevilla Claret, donde tiene su sede el Equipo de PJV_Spain, no siempre nos es fácil estar todos en esos retiros. Y, si es difícil parar las agendas, más difícil aún es detener el corazón. ¡Vivimos tan rápido!

Pero cuando lo hacemos —cuando, de verdad, paramos— podemos ver la vida con otros ojos. Descubrimos que, en este mundo complejo y acelerado en el que vivimos, con una Iglesia y una Congregación en reducción, necesitamos centrarnos en lo esencial.

La expresión que da título a estas líneas —hackear la pastoral— nos puede sonar a lenguaje extraño. Pero tiene algo que decirnos. En el mundo digital, un hacker es quien logra entrar en un sistema cerrado para transformarlo desde dentro: introducir un mensaje inesperado, borrar contenidos, reprogramar aplicaciones, robar o liberar información.

Y eso, precisamente, es uno de los desafíos más fecundos de la pastoral vocacional: generar cultura, intervenir lo cotidiano, abrir espacio a nuevas preguntas. Se trata de adentrarse en los distintos contextos en los que viven los jóvenes —y quienes los acompañan— y mostrar allí la propuesta vocacional. Sin forzar, sin prometer grandezas, sin métodos cerrados. Simplemente estar, interrumpir, sugerir, dejar semilla.

 

Claves concretas para hackear lo cotidiano

 

A veces, la pastoral vocacional no necesita grandes planes, sino pequeñas interrupciones del Espíritu en la vida diaria. Compartimos aquí algunas escenas reales que pueden ayudar a descubrir cómo el carisma claretiano se expresa en lo concreto:

  • Hackear las homilías

Un vicario episcopal, en unas confirmaciones, lanzó una pregunta inesperada: “¿Para quién soy?” Un joven, semanas después, confesó que esa pregunta se le quedó grabada en el corazón. A veces, una frase basta para encender una búsqueda.

  • Hackear los encuentros

Un joven compartía que, aunque un claretiano no estaba siempre presente en sus catequesis, cada vez que lo encontraba, le lanzaba una palabra vocacional, una mirada que le recordaba hacia dónde podía caminar. Presencias que orientan.

  • Hackear las despedidas

Al acabar cada catequesis, un claretiano invita a tres jóvenes con inquietud vocacional a un breve espacio de oración y diálogo. Bastan 20 minutos para abrir horizontes. La pastoral vocacional no multiplica agendas, las pone a su servicio.

  • Hackear las convivencias

En una Pascua juvenil, estudiantes claretianos comparten su testimonio vocacional. Sus experiencias cuestionan a otros, y sus dudas les animan. Porque el testimonio es siempre más incisivo.

  • Hackear los tiempos muertos

Misioneros que, cuando los jóvenes llegan al lugar de la catequesis, están ahí, presentes, disponibles. Su presencia —discreta pero constante— sostiene procesos sin necesidad de hablar demasiado. La vocación se contagia con el estar.

  • Hackear los pasillos del colegio

Un claretiano compartía que al acabar el día se pregunta: “¿He ‘perdido’ hoy algún momento hablando con los alumnos?” Esa pregunta le ayuda a priorizar lo importante frente a lo urgente. El pasillo se convierte en lugar pastoral.

  • Hackear el verano

Un claretiano mayor, acostumbraba a tener presente la lista de jóvenes de su posición que acudían al verano claretiano. A su regreso, los llamaba por su nombre, les preguntaba por la experiencia. Un gesto sencillo que abre y acompaña procesos.

  • Hackear la economía

Una comunidad hace fácil que un joven participe en una experiencia vocacional. El dinero no se hace un obstáculo. La economía también puede ser vocacional.

  • Hackear la familia

Una madre anima a su hijo a participar en un encuentro vocacional. El hogar se convierte a veces, milagrosamente, en un espacio donde la vocación se cultiva.

  • Hackear la oración

Cada claretiano, en su oración personal o comunitaria, puede interceder por los jóvenes y sus búsquedas. Orar con nombres propios. La pastoral vocacional comienza también en lo invisible.

 

Y sembrar desde el testimonio

Dios sigue llamando. Nuestra tarea es sembrar, abrir preguntas, crear clima. La pastoral vocacional no se impone, se contagia. Y eso empieza en lo cotidiano.

Hackear la pastoral vocacional, por tanto, no es sabotearla, sino despertarla. Abrir rendijas por donde el Espíritu pueda colarse. Dejar que lo cotidiano hable, que lo pequeño fecunde. Como comentó Juan Carlos Martos al EPJV_Spain en un diálogo en septiembre de 2020, que los encuentros que tenemos a diario con los jóvenes sean significativos y les hablen de Dios.

Cuidemos nuestra vida, para cualificar así nuestro testimonio. Y preguntémonos: “¿En qué momento de hoy puedo provocar una chispa vocacional?” Que el Espíritu nos encienda en el amor del Padre, y que Jesús y María nos sostengan en nuestra propia vocación.

 

Martín Areta Higuera, CMF

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