(A los inmigrantes que sobreviven aún
en la calle)
Cae la noche como un cero
en el papel azul de sus quebrantos.
Y en un abrazo inesperado
se arropa la ciudad.
Su desnudez destiñe el aire.
Sus sueños, un papel arrugado.
La noche se ha cerrado sobre el parque.
Los pájaros anidan su plegaria.
Y en los bordes hirientes de la luna,
un silencio amarillo.
La soledad se acerca a mi ventana
como una amante ciega.
Ni palabras ni besos placenteros.
El tiempo va pasando
y en las arrugas de este canto
fijo mis ojos.
Y en el brocal de un pozo ciego
la plegaria mayúscula, sellada.
¿No hay preguntas que rompan el silencio
y el desamparo de quien vive a solas
arropado en sus sueños,
en las calles vacías,
en las arenas de una playa herida,
en los parques sin rumbo ni columpios?
Mi pregunta es la misma, cotidiana.
Abro mi corazón a la intemperie
igual que una granada en sus delirios.
Desgrano su corazón con temblor inusitado
y otra pregunta sin respuesta.
¿Interrogaciones vacías?
¡No! ¡Qué va!
Mi pregunta es la misma, cotidiana.
Repaso los días antiguos
y latentes, los mismos sueños.
Y no todos los sueños sueños son.
A lo que vamos…
¿No hay preguntas que rompan el silencio de sus ojos?
Mi pregunta es la misma, cotidiana.
¿Es posible vivir como si nada?
Vivir es fácil con los ojos ciegos.
¡Olvídate!
Mi respuesta es la misma, cotidiana.
Si el corazón no late acelerado
y no se arropa al desamparo
de los que viven en el suelo
esperando las migajas
de la mesa del Mercado,
al desnudo pongo mis sueños
y a seguir luchando
me invita a cada instante
el rompeolas de su vida
donde sus sueños
han quedado sepultados
en una caracola solitaria
en una playa sin contornos.
Las Palmas, abril, 2021
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Jon Tyson)
A SUA NUDEZ DESVANECE O AR em portugués