LECTURA (IV DOMINGO DE ADVIENTO)
Lc 1, 39-45:
«En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡Dichosa tú, que has creído! porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
COMENTARIO
María es caminante comprometida, modelo de creyente.
¿Qué nos enseña esa disponibilidad suya a la hora de revisar nuestro compromiso cristiano?
¿Qué actitud solemos adoptar nosotros ante las necesidades de los demás?
¿Qué podemos hacer para que la salvación de Dios siga visitando y alegrando a quienes más lo necesitan?
¿Quiénes somos para que el Hijo de Dios se haga uno de nosotros y venga a salvarnos, a mostrarnos con su presencia, su palabra y su ejemplo el camino de la VIDA?
PROPUESTA PARA CUIDAR A LA FAMILIA
Hoy deberíamos de proclamar en FAMILIA un canto de alegría y alabanza a nuestra madre, María de Nazaret, María la que camina y sube aprisa la montaña para ofrecerse, para ponerse a servir, para ayudar, para «faenar», para alegrar, para compartir, para dialogar, para escuchar, para silenciar, para almacenar en su corazón.
Y la mejor oración no puede ser otra que el «AVE MARÍA»
Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
María, Virgen siempre disponible para servir y ayudar,
Ruega por nosotros.
Manuel Devolx