El conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos lleva enquistado muchos años y es causa de dolor en ambas partes. Desde 1948, en que la ONU confirmó la creación del estado de Israel (e incluso desde mucho antes, cuando judíos venidos de distintos lugares llegaron a esa estrecha franja de tierra delimitada por el río Jordán y el mar Mediterráneo) no ha habido paz en esa tierra. Es paradójico que el país de Jesús sea un hervidero de resentimiento y deseos de venganza.
Ha habido intentos serios de lograr la paz. Tal vez uno de los más empeñativos fue el que llevaron a cabo el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, en los llamados Acuerdos de Oslo, firmados ante el presidente estadounidense Bill Clinton en la Casa Blanca el 13 de septiembre de 1993.
El tratado firmado por ambos mandatarios no recibió la adhesión de sus respectivas sociedades (de hecho, el parlamento israelí lo ratificó por solo dos votos de diferencia). En Incitación asistimos a la enconada oposición a los acuerdos por parte del extremismo religioso judío. El protagonista es Yigal Amir, joven estudiante de derecho, radicalizado y dispuesto a poner por obra las medidas que algunos rabinos proponen para poner fin al proceso de paz acabando con la vida de su artífice, al que acusan de “informador” de los intereses judíos a los enemigos del pueblo. El título de la película parece subrayar el papel ejercido por estos líderes religiosos en el asesinato de Rabin (si bien un título final nos indica que ninguno fue juzgado por este delito).
El interés y el carácter didáctico de Incitación viene dado por varias razones: uno, nos permite conocer la complejidad de la sociedad israelí que no es tan monolítica como podamos pensar, sino que encierra en sí tensiones y grandes diferencias entre los grupos religiosos y los partidarios de una sociedad secular; dos, conocemos los métodos y estrategias de esos grupos que viven anclados en su fe religiosa fundamentalista, subordinando todo a sus intereses: es ilustrativo el argumentario exhibido por el asesino de Rabin siempre que tiene oportunidad de manifestarlo: nos muestra hasta dónde puede conducir una lectura fundamentalista de los relatos bíblicos; y tres, es de alabar el acabado formal de la película que utiliza imágenes documentales de archivo integrándolas de manera perfecta en el material rodado. Es muy recomendable como material para conocer esta realidad siempre actual.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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