Y se fueron mis pasos en la arena.
Tumbas del pasado ahogaron mis versos.
Y mi alma adormecida acarició
el rayo caído
a lo lejos de mi sangre.
Mi voz en celdas
acarició en el grito silencioso
el eco de tus últimas palabras.
Y caminaba.
Y su sombra envejecía
las laderas de la noche.
Quedan atrás mis pasos sepultados
sobre la lluvia estremecida
y una vieja canción de sombra y sueño
duerme
en el brocal sediento de la noche.
Estoy cansado
y se vuelven atrás mis pasos débiles.
Sedienta la sangre,
circula por los huecos del recuerdo
tibio y puro
del apacible sentimiento
que ayer hirió
los desgastados pasos de una estrella.
Ramón Uzcátegui Méndez, sc
(Del libro Sendas calcinadas. Año 1995)