Disfrutamos con La librería el aroma de los libros recién editados que enriquecen la mente con historias ajenas que calan muy adentro y dejan una profunda huella en sus lectores.
Una joven viuda (secuelas de la segunda gran guerra que asoló Europa el siglo XX) llega a una pequeña población en la campiña inglesa con la intención de rehabilitar un edificio semiderruido para convertirlo en una librería que ilustre y ayude a soñar a sus habitantes.
Una empresa tan loable, sin embargo, no contará con el beneplácito de todos los vecinos del lugar. Habrá quienes no vean con buenos ojos sus intenciones y harán lo posible por derribar su empeño. Una de las señoras dominantes del lugar (a la que da vida la actriz Patricia Clarkson, habituada a interpretar personajes por diversos motivos detestables) se enfrentará a la intrépida librera para que no consiga sus propósitos. Pero también tendrá sus partidarios, particularmente una adolescente y un hombre ya anciano, que encontrarán en el esfuerzo de la librera un motivo para mantenerse despiertos sacudiéndose la modorra de una sociedad anquilosada e inmovilista.
Este sería, a grandes rasgos, el argumento de La librería, sin bajar a más detalles que impidan disfrutarla a quien lo desee. Porque es muy aconsejable dejarse impregnar por las imágenes que la realizadora Isabel Coixet nos regala. Sin duda, la más británica de nuestras directoras (y directores) sabe dotar su película de un regusto que parece salido de la producción más british de la BBC u otra productora británica.
No es la primera vez que la realizadora se adentra en el alma femenina y nos regala un personaje lleno de vida y fuerza interior. Recordamos La vida secreta de las palabras o La vida sin mí, para subrayar nobles intentos de retratar los sentimientos más hondos que devuelven sentido y razón a la existencia, aun en medio de situaciones aparentemente carentes de sentido. Y podríamos ampliar la lista de sus películas para destacar su sensibilidad y rigor.
Vivimos un tiempo en que la palabra escrita parece ir en retroceso, ahogada por el mundo audiovisual que nos rodea. Isabel Coixet nos invita a destacar el valor de los libros, a disfrutar la textura del papel y a dejarnos llevar por narraciones que nos animan a viajar a otros lugares, otro tiempo, y regresar después al nuestro con un bagaje de experiencias y enseñanzas que nos ayudan a afrontar nuestro presente. En otro contexto, el poeta Gabriel Celaya nos recordó hace años que “la poesía es un arma cargada de futuro”. El cine de Isabel Coixet es también una propuesta cargada de futuro, que nos empuja, como a los personajes de esta película, a vivir despiertos, escapando de la rutina.
En el resultado final de La librería hemos de destacar el trabajo de sus intérpretes: Emily Mortimer, su protagonista, y notables secundarios (Bill Nighy o la citada Patricia Clarkson) que nos ayudan a sintonizar con esta historia singular y muy recomendable.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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