DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO (Lc 12, 49-53)
“¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división”. Hay conflictos provocados por la propia Palabra y por las actitudes de las personas que siguen esa Palabra. Es ineludible. El mismo Jesús las padeció. Y pueden colarse, y de hecho lo hacen con cierta frecuencia, en el seno de la familia.
Por eso la división de “el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra”.
En las familias se producen divisiones que tenemos inevitablemente que afrontar. Pero es muy importante, con un profundo discernimiento, conocer e identificar si esas divisiones son o no consecuencia del Evangelio, pues su tratamiento es bien distinto. Seguir a Jesús trae a veces el choque con determinadas personas, que pueden ser de nuestro ámbito familiar.
Debemos respetar la libertad y la persona. Pero nunca más allá de nuestro compromiso con el Evangelio.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Es preciso hacer un profundo discernimiento en estos conflictos, solucionarlos con caridad y respeto siempre que se pueda. Y, si la solución no es compatible con nuestro seguimiento a Jesús, afrontarlos y padecerlos con resignación y caridad, como Jesús lo hizo.
Margarita Angulo y José Morenodávila
